“Los ruidos del día se habían apagado y se comenzaban a oír los del atardecer, susurros dispersos, un ‘Buenas noches a todos’ por aquí, un ‘Pasa, es la hora de la tertulia’ por allá. ¡Despierta, tío Kamil, y cierra la tienda! ¡Cambia el agua del narguile, Sanker! ¡Apaga el horno, Jaada! Este hachís me duele en el pecho”.
El callejón de los milagros
Naguib Mahfuz
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